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domingo, 16 de febrero de 2014

Valisette y alfiletero

Ayer fue el cumpleaños del novio de mi hija y quise obsequiarle con alguna cosa hecha por mí, ya que él es una persona que sabe valorar y agradece mucho las cosas artesanales, que no todo el mundo sabe apreciar estos trabajos. Lo difícil fue pensar que hacer, porque si a veces resulta complicado pensar en algo para una chica, mucho más resulta cuando es para un chico; pero pensando en el viaje que van a hacer en breve, se me ocurrió que una valisette le vendría bien para las cosas de aseo, y esta es la que he hecho.






Estoy contenta porque estos últimos días me ha cundido bastante; esto es lo que os puedo enseñar pero no lo único que he hecho.
 Este es el alfiletero diseño de Natalie Bird que nos ha encandilado a muchas de nosotras, como a Loly y a mí, lo empezamos juntas y luego ya lo seguimos cada una por nuestra cuenta para poder seguir con otras cosas. Es muy entretenido de hacer al tener cada una de sus caras de una técnica, en este caso, tres de ellas son fieles al diseño de Natalie, y en la cuarta he optado por un redwork, una máquina de coser que me pareció muy apropiada.







Pues ya hay dos cositas menos en tareas pendientes, vamos por la siguiente.
Felíz semana



miércoles, 12 de febrero de 2014

Manualidades perdidas




 Esta mañana ojeando Facebook, he leído esta historia que publica Portaldelabores.com; me ha gustado mucho porque me siento muy identificada con ella, y seguro que a alguna de vosotras le pasa lo mismo,¿ quien no tiene una madre, abuela, tía... que hace alguna labor, o un potaje, o unas rosquillas, que le salen como a nadie, y que cuando queremos un jersey (por ejemplo) no tenemos más que pedírselo?; pensamos que van a estar a nuestro lado eternamente, pero ... no es así, un día con o sin aviso se van de nuestro lado y se llevan sus labores y sus recetas. Quizá deberíamos pasar unos ratos con ellas y aprender todas esas cosas, seguro que estarán encantadas de ser nuestras profesoras.







 En mi país, Italia, el invierno hasta enero ha sido especialmente cálido. En el campo, la escarcha suele hacer su aparición a principios de octubre. Pero a finales de noviembre, aún recogíamos los calabacines, y los girasoles estivales estaban a punto de florecer otra vez. La estufa estuvo apagada hasta principios de diciembre y mi habitación se mantuvo (sin calefacción) a 20º C todo el otoño. 
¿Un año fuera de lo común, o deberíamos ir preparándonos para un futuro tropical? ¡Quién sabe! El mundo cambia a un ritmo vertiginoso y, en tal vértigo, es difícil ver nada con claridad. Entre tanto, mis jerséis aún siguen guardados en fundas de plástico, en el armario del sótano. A veces, abro las puertas y suspiro. Los echo de menos; echo de menos el frío, aquella época en la que las estaciones se sucedían en toda su diversidad. Mis suéteres no son prendas cualesquiera. La mayoría están hechos a mano y cada uno tiene su historia. Mi abuela hacía punto, y mi madre era una auténtica campeona. Siempre que yo cumplía una cifra redonda (los 30, los 40, los 50), me hacía un jersey cada vez más elaborado y sorprendente. ¡Cuánto lamento que no me enseñara el arte de la costura! 
Siempre pensé que ya lo aprendería, que habría tiempo, ya que vengo de una familia particularmente longeva. No obstante, con solo 70 años, mi madre enfermó de gravedad. Cuando ya no podía moverse de la cama, compré agujas y lana, y me senté a su lado para que me guiase: un punto del derecho y otro del revés, uno del derecho y otro del revés... Por desgracia, la enfermedad se la llevó antes de que yo pudiese alcanzar la conflictiva frontera de las mangas. En este mundo, en el que todo viene producido en serie, donde todo es intercambiable y el único valor reconocido es el del dinero, ¿qué importancia puede tener lo que se trabaja humildemente con las manos? 
Estoy convencida de que, en tiempos de crisis y agitación, hacer cosas con las manos, poniendo en juego nuestra creatividad, es una forma de resistencia. Plantamos cara a la uniformización, al aplastamiento; nos rebelamos contra el consumismo que nos consume y luego nos tira a la basura. Aprender manualidades, y enseñarlas a nuestros hijos, es una manera de devolver al centro de nuestros días la innegable singularidad de la persona y la importancia de la memoria. Empleamos nuestro tiempo, paciencia y habilidad en transmitir un regalo; un regalo que será algo único, pues seguirá hablando de nosotros, de nuestra relación, incluso cuando ya no estemos aquí. 
Cuando me pongo uno de los jerséis de mi madre, es como si ella aún estuviera conmigo. ¿Acaso podría decir lo mismo si, en lugar de haber invertido largas tardes en hacer punto, me lo hubiera comprado en un centro comercial, tras escogerlo entre miles de prendas desparramadas por el mostrador?


domingo, 9 de febrero de 2014

Detallitos para regalar y ¡¡más premios!!

Bueno, para regalar y para regalarme...porque este alfiletero, por ejemplo, se ha quedado conmigo, ahí colocadito en la estantería, esperando su turno de bajarlo a la mesa y ser utilizado, pero de momento ese oficio es para otros, ahora le toca acompañar a otros detallitos.




Este en cambio si le utilizo mucho. Lo hice hace ya bastante, cuando Mami nos puso el tutorial, pero se me ha ido quedando sin publicar hasta ahora. Le puse una chapita a la mitad de su altura para que las agujas no se me pierdan por dentro y la verdad que me resulta muy cómodo.



Y este tarro de mermelada, ayer me dio por tunearlo un poquito con una tira de arpillera,  unas puntillas, un trocito de cuerda y un cachito de tela a cuadros para la tapa; la verdad que se hace en un momento y quedan muy monos; yo este lo he utilizado para botones, pero seguro que haré alguno más.






Y estos ya si que son para regalar. Un guarda dedal y un guarda agujas para mi tía que ha sido su cumple.







Y este corazón para una amiga de mi hija que le gustó el que hice para las llaves de Laura; he utilizado la misma tela que me gusta mucho  y que ya la tenía más a mano jejje. La costura la he tapado con una cadeneta amarilla como las pequeñas hojas de su estampado.






Pues estas son las pequeñas cosas que voy haciendo a ratitos, además de otras que por el momento no puedo enseñar.
 Y ahora quiero dar las gracias a mi amiga Loli,  por concederme este premio; poco puedo decir de ella que no sepáis, y si  no es así, ahora es el momento de pasaros por su blog y conocerla, me lo vais a agradecer.

 Y como no, también se lo agradezco a Nuur este otro premio. Quizás a Nuur la conocéis algo menos porque no lleva mucho tiempo en la blogosfera, aunque si os digo... elrincon de chelo? seguro que os suena más, ellas son hermanas y ya solo con eso seguro que os animáis a pasar a conocerla quien aún no lo haya hecho.
Tanto el de Loli como el de Nuur se lo dedico a todas las que me seguís, y que con vuestros comentarios y todo lo que aprendo de vosotras me animáis a seguir.